Meescrachosola. Pero me encanta esta con Benja ♥ |
No seas hostil, soy modelo a seguir...
July 22, 2011
July 17, 2011
July 13, 2011
July 12, 2011
A hundred things
Neeeeeeeeeeeerd!! ¿Oye hermano viste a esa estúpida nerd? |
- Perder a mi abuela fue el golpe más bajo a mi autoestima y visión del mundo. Pero a la vez me hizo dar cuenta QUÉ vale en la vida, de personas o situaciones. A partir de ahí aprendí a no molestarme por PAVADAS.
- Me enamoro de todos jajaja.
- Amo los gatos, y cuando los gatos ronronean, o intentan hablar, o se comunican con los pajaritos, o cuando duermen, en fin, siempre!
- Intento asustarme con pelis, imágenes, sonidos, etc. de terror, y no lo logro, pero no dejo de intentarlo muajajaja
- Lo más importante en la vida para mi es dormir, después la música. Después el resto de cosas.
- No puedo pasar un día sin escuchar por lo menos un tema de alguno de mis artistas preferidos.
- Me encanta dibujar, y creo que lo hago bien, pero me da muucha fiaca empezar.
- Haber tenido un micrófono en mis manos frente a muchas personas fue la estrella guía que me decía que yo debía ser cantante. :P Pero dejé mi éxito de lado para dedicarme a la arquitectura… :S
- El olor a unipox me hace feliz jajajaja
- Escuchar música en vivo, o presenciar un ensayo me transportan a otro mundo, me gusta muchísimo!
- Adoro el olor a hospital, a alcohol limpiando una herida, a pisos con creolina y las agujas de los laboratorios. En fin, adoro ese ambiente…
- Me da ASCO el reggaetón (o como se escriba) y las mujeres que perrean. No digo que deban eliminarlos, pero me da mucho ASCO.
- AMO viajar. (a cualquier destino)
- Aunque el 80% de las personas que me conoce crea que me fumo 3 o 4 por día por la cantidad de pavadas que digo, NO, no me fumo nada. No sé qué es peor.
- Escribir es la mejor catarsis para mi vida. Me desenvuelvo mucho mejor, soy 100% sincera y me distrae más.
April 21, 2011
El ser y la nada
“Aún en la angustia, podemos reír…”
Lo miraba. El, dormía. Sin más que hacer, solo dormía. No dormitaba. Dormía. La cama era pequeña, solo para él, solo para sus sueños, solo para su nada. Él, conocía la nada. La conocía más de lo que se conocía. La llegó a conocer cuando yo me dormí. La conocía perfectamente, no pensaba en nada más que en ese recuerdo.
Pero su vida era corta, y sus pasos largos, al igual que sus sueños. Nada era lo que conocía, y conocía la nada.
No recuerdo haberlo visto tan tranquilo tiempo atrás, tan sueñoso. Tan dormilón. Claro, el antes no la conocía, antes no conocía la nada.
Despertaba temprano, pero ahora, no despertaba. Seguramente estaba soñando profundamente, seguramente soñaba con un lago, con un lago de vacas. Las vacas decían ¡mu!, el decía nada. La nada era silenciosa. Silenciosa como la muerte, silenciosa como el descanso. La nada no hablaba, no gesticulaba, no era.
Él seguía mirando las vacas del lago verde, un lago espantoso, pero a él no le daba miedo, el no sentía miedo. Ya había conocido la nada. Eso le era suficiente.
Pero se cansó, se cansó de ver las vacas y fue directo al otro lado del sueño. Allá era más vasto, más silencioso, más tranquilo y más nada.
Quería volar, pero no le salía. Quería sentir, pero no podía. Solo sentía la nada. Esa fuerza tremenda que lo abatió miles y ninguna vez. Tenía nada. Nada en su cuerpo, nada en su piel, nada en su adentro. No tenía más que nada.
Estaba solo y en silencio. Pero se impacientó, allí había nada. Y él, ya conocía la nada.
Decidió abandonar aquel lugar, y se encaminó a la nada. Había algo que entonces no había sabido que existía. Allí había todo, todo lo que no tenía, lo que no sentía, lo que no había. Se sintió seguro, pero luego sintió miedo, luego alegría y por último se puso a hablar. Se sintió alguien. Por fin, luego de tanto, sintió odio a la nada y corrió, y voló, y salto los muros que había, y oyó los ruidos que se hacían, y pudo ver más allá de la nada.
Finalmente despertó.
Sudado, desesperado, asustado.
Todo se le junto y sintió…
Sintió cosas que no sentía. Intentó volar, pero tenía miedo, miedo de caer y golpearse, de tropezar en el aire y de chocar contra algún algo.
Todo le parecía poderoso, y él se sentía débil. Él, no sentía la debilidad al conocer la nada. Pero ahora, después de haber conocido la nada y lo todo se sentía confundido. ¿Qué es mejor?, ¿la nada?, ¿lo todo?, ¿Cómo puedo saberlo?
Lloró. Lloró como nunca antes lo hizo. Mucho antes, antes de conocer la nada y lo todo.
Su mejor decisión fue volver a dormir, soñar, y allí buscar sus respuestas.
Fue nada, fue todo, pero al final perdió su esencia y su identidad y ahora no sabe quién es.
Lo miraba. El, dormía. Sin más que hacer, solo dormía. No dormitaba. Dormía. La cama era pequeña, solo para él, solo para sus sueños, solo para su nada. Él, conocía la nada. La conocía más de lo que se conocía. La llegó a conocer cuando yo me dormí. La conocía perfectamente, no pensaba en nada más que en ese recuerdo.
Pero su vida era corta, y sus pasos largos, al igual que sus sueños. Nada era lo que conocía, y conocía la nada.
No recuerdo haberlo visto tan tranquilo tiempo atrás, tan sueñoso. Tan dormilón. Claro, el antes no la conocía, antes no conocía la nada.
Despertaba temprano, pero ahora, no despertaba. Seguramente estaba soñando profundamente, seguramente soñaba con un lago, con un lago de vacas. Las vacas decían ¡mu!, el decía nada. La nada era silenciosa. Silenciosa como la muerte, silenciosa como el descanso. La nada no hablaba, no gesticulaba, no era.
Él seguía mirando las vacas del lago verde, un lago espantoso, pero a él no le daba miedo, el no sentía miedo. Ya había conocido la nada. Eso le era suficiente.
Pero se cansó, se cansó de ver las vacas y fue directo al otro lado del sueño. Allá era más vasto, más silencioso, más tranquilo y más nada.
Quería volar, pero no le salía. Quería sentir, pero no podía. Solo sentía la nada. Esa fuerza tremenda que lo abatió miles y ninguna vez. Tenía nada. Nada en su cuerpo, nada en su piel, nada en su adentro. No tenía más que nada.
Estaba solo y en silencio. Pero se impacientó, allí había nada. Y él, ya conocía la nada.
Decidió abandonar aquel lugar, y se encaminó a la nada. Había algo que entonces no había sabido que existía. Allí había todo, todo lo que no tenía, lo que no sentía, lo que no había. Se sintió seguro, pero luego sintió miedo, luego alegría y por último se puso a hablar. Se sintió alguien. Por fin, luego de tanto, sintió odio a la nada y corrió, y voló, y salto los muros que había, y oyó los ruidos que se hacían, y pudo ver más allá de la nada.
Finalmente despertó.
Sudado, desesperado, asustado.
Todo se le junto y sintió…
Sintió cosas que no sentía. Intentó volar, pero tenía miedo, miedo de caer y golpearse, de tropezar en el aire y de chocar contra algún algo.
Todo le parecía poderoso, y él se sentía débil. Él, no sentía la debilidad al conocer la nada. Pero ahora, después de haber conocido la nada y lo todo se sentía confundido. ¿Qué es mejor?, ¿la nada?, ¿lo todo?, ¿Cómo puedo saberlo?
Lloró. Lloró como nunca antes lo hizo. Mucho antes, antes de conocer la nada y lo todo.
Su mejor decisión fue volver a dormir, soñar, y allí buscar sus respuestas.
Fue nada, fue todo, pero al final perdió su esencia y su identidad y ahora no sabe quién es.
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