April 21, 2011

El ser y la nada

 “Aún en la angustia, podemos reír…”

Lo miraba. El, dormía. Sin más que hacer, solo dormía. No dormitaba. Dormía. 
La cama era pequeña, solo para él, solo para sus sueños, solo para su nada. Él, conocía la nada. La conocía más de lo que se conocía. La llegó a conocer cuando yo me dormí. La conocía perfectamente, no pensaba en nada más que en ese recuerdo.
Pero su vida era corta, y sus pasos largos, al igual que sus sueños. 
Nada era lo que conocía, y conocía la nada.
No recuerdo haberlo visto tan tranquilo tiempo atrás, tan sueñoso. Tan dormilón. 
Claro, el antes no la conocía, antes no conocía la nada.
Despertaba temprano, pero ahora, no despertaba. 
Seguramente estaba soñando profundamente, seguramente soñaba con un lago, con un lago de vacas. Las vacas decían ¡mu!, el decía nada. La nada era silenciosa. Silenciosa como la muerte, silenciosa como el descanso. La nada no hablaba, no gesticulaba, no era.
Él seguía mirando las vacas del lago verde, un lago espantoso, pero a él no le daba 
miedo, el no sentía miedo. Ya había conocido la nada. Eso le era suficiente.
Pero se cansó, se cansó de ver las vacas y fue directo al otro lado del sueño. 
Allá era más vasto, más silencioso, más tranquilo y más nada.
Quería volar, pero no le salía. Quería sentir, pero no podía. Solo sentía la nada. 
Esa fuerza tremenda que lo abatió miles y ninguna vez. Tenía nada. Nada en su cuerpo, nada en su piel, nada en su adentro. No tenía más que nada.
Estaba solo y en silencio. Pero se impacientó, allí había nada. Y él, ya conocía la nada.
Decidió abandonar aquel lugar, y se encaminó a la nada. Había algo que entonces
no había sabido que existía. Allí había todo, todo lo que no tenía, lo que no sentía, lo que no había. Se sintió seguro, pero luego sintió miedo, luego alegría y por último se puso a hablar. Se sintió alguien. Por fin, luego de tanto, sintió odio a la nada y corrió, y voló, y salto los muros que había, y oyó los ruidos que se hacían, y pudo ver más allá de la nada.
Finalmente despertó.
Sudado, desesperado, asustado.
Todo se le junto y sintió…
Sintió cosas que no sentía. Intentó volar, pero tenía miedo, miedo de caer y golpearse, 
de tropezar en el aire y de chocar contra algún algo.
Todo le parecía poderoso, y él se sentía débil. Él, no sentía la debilidad al conocer la 
nada. Pero ahora, después de haber conocido la nada y lo todo se sentía confundido. ¿Qué es mejor?, ¿la nada?, ¿lo todo?, ¿Cómo puedo saberlo?
Lloró. Lloró como nunca antes lo hizo. Mucho antes, antes de conocer la nada y lo todo.
Su mejor decisión fue volver a dormir, soñar, y allí buscar sus respuestas.
Fue nada, fue todo, pero al final perdió su esencia y su identidad y ahora no sabe quién es. 
  

1 comment:

  1. Te firmo acá porque no sé donde sino, qué lindo que leas el blog de la histérica haha & sí, habría que matarla porque de onda me parece un poco enfermo que haga eso.
    pd; me gusta tu blog.

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